El último 10
Tuve la suerte de verlo jugar, como consecuencia, puedo decir que fue uno de los mejores jugadores que esta Patria futbolera brindó al Mundo. Flaco, de piernas largas, tan finitas como alambre. Si, el mismo que utilizamos para atar y solucionar -Al menos de manera esporádica- cualquier cosa cuando se nos rompe en casa. Siguiendo con sus características, tipo sencillo y con una gran visión de juego. Manejaba la pelota como pocos, enganchaba de aquí para allá y viceversa. De caños, ni hablemos. El más recordado fue a Yepes, el colombiano, que no hace mucho con 39 años, seguía jugando mientras él, con 36 decidió retirarse. Qué ironía. Tacos y pases milimétricos, también. Pero sobre todo de una exquisita, magnífica, sensual, fenómena, póngale el término que quiera, pero hablamos de su pegada, cada tiro libre era medio gol.
Claro que si, nos referimos a Juan Román Riquelme. El mismo que debutó allá por el 96, frente a Unión de Santa Fe en la mismísima Bombonera. Y vaya que debut, sin tantos sobresaltos, pero si con algunos chispazos de buen fútbol y dejando entrever lo que se venia... Cuando digo: “Vaya que debut", hago mención a que hasta la actualidad no ví a ningún jugador que fuese ovacionado, nada más y nada menos por "La 12", en su primer partido. Y eso que por dicha década no había tantos celulares, redes sociales, ni historias de instagram para que uno lo vaya conociendo. Es más, generalmente y a jugadores así, se los ovaciona en su último cotejo. No obstante, como hice mención: Román se la llevó en su primer y último partido.
En sus inicios, le tomó un par de partidos convalidar su condición de distinto, jugaba y hacia jugar, le pegaba como ninguno. Si, usted que está leyendo esto, créame porque Román agarraba el esférico, la besaba y en un abrir y cerrar de ojos, la clavaba al ángulo rival. Es más en alguna nota con Alejandro Fantino en "Animales Salvajes", dijo: ●"Siempre mi hermano me pregunta porque antes de cada tiro libre cercano al arco rival, le doy un beso a la pelota". ● "Porque cada vez la tratamos peor", le respondió. Y vaya si no la mimaba, en su pie derecho parecía descansar de tanto maltrato, de tanto revoleo, de tantos: "Puum para arriba". El 10, la quería, la cuidaba, la acariciaba, la trataba con cariño como nadie más. Ella era su novia y de ese romance disfrutábamos todos. Era tan grande el amor que le tenía, que en algún otra entrevista, el nacido en Don Torcuato, dijo: "La pelota es el mejor juguete que un niño puede tener. Siempre voy a estar agradecido a la pelota, porque le dio de comer a toda mi familia".
Ya entrando en la época dorada del club, su club: el gran Boca de Carlos Bianchi. Ambos y junto a un gran plantel, lo ganaron todo. En Japón y ante el Real Madrid, la rompió, la descoció, la trató como nunca que hasta susurran por ahí; que Makelele todavía lo sigue buscando desde aquella fría noche en Yokohama. Su fútbol enamoraba a propios y ajenos. Un claro ejemplo fue el Burrito Ortega, ex jugador de fútbol e ídolo de River, quien sostuvo tiempo atrás: "Veía los partidos de Boca, por Riquelme". Y si hablamos de la actualidad, Aimar y D'onfrio también le tiraron flores: "El que quiera aprender a jugar a la pelota, que mire videos de Riquelme", dijo el Cordobés. Mientras que: "Me van a tener que perdonar los hinchas de Boca, pero Riquelme, por su calidad de juego es un jugador del paladar de River", comentó el actual Presi.
Después de varios títulos y de tanta magia desplegada por las canchas de Sudamérica, pero sobre todo del Alberto J. Armando, llegó la hora de partir. Barcelona era su nueva casa. No tuvo gran desempeño por no ser del palo del dt. Distinto fue en el "Submarino Amarillo", quien con su fútbol, revolucionó e hizo llegar hasta una semifinal de Champions League. Algo nunca antes visto en el Villareal.
Varios años después volvería a su primer amor y otra vez tocaría la gloria. Ganó la Copa Libertadores del 2007 y fue el mejor jugador del torneo. Hasta muchos se animan a decir que: "La ganó solo". Importante en cada mano a mano, en la final ante Gremio brilló como nunca y en consecuencia, otra vez Boca daba la vuelta olímpica en Brasil. País donde actualmente hay muchos que llevan su nombre, por los grandes partidos jugados y no solamente frente a Gremio, sino también el baile pegado a los del Palmeiras. Además recibió varios premios en dichas tierras. Volviendo, no pudo estar en donde más cómodo se siente, el campo de juego, y se perdió el Mundial de clubes en relación a la ausencia de algunos papeles que no llegaron en tiempo y forma. Lo vivió y sufrió desde la tribuna, cómo así también lo padecieron sus compañeros al no poder contar con él, mientras caían 4-2 frente al Milán de Italia otra vez en Japón. Esto es un juego y al ser juego, es impredecible. Peeeero, quien te dice que con él en el verde césped, hubiera sido otra historia. Nunca lo sabremos. Pero eso no es importante, lo realmente importante es que nuestro 10 volvía para quedarse. Su segundo período en el club de la rivera estuvo lleno de altibajos, eran equipos malos en todas sus líneas, pero Román aportaba su cuota de buen fútbol cada domingo cuando sus fieles marchaban al templo de Brandsen 805 para poder disfrutar un nuevo capítulo de este Romance eterno. Tiempo después, tras una triste noche de 2012, el capitán -Luego de perder una final de Copa Libertadores-, decidió dar por terminado su ciclo en Boca. Para nosotros, los hinchas, no dolía la derrota, ni la copa perdida, dolía su partida y lo que estábamos escuchando en aquella rueda de prensa. Nos dejó con el corazón hecho añicos. Posterior a esto, en cada provincia, -Algo nunca antes visto, ni por Messi lo hicieron-, sus seguidores decidieron agruparse para pedir por su vuelta, lo que al fin y al cabo les iba a seguir permitiendo el disfrute. Dichos banderazos fueron el 09/07/12, lo cual y tiempo después, tuvo respuestas positivas para sus fanáticos. Volvió. Volvió luego de unos meses y nos regaló un año más. Después, por una u otra cosa, diferencias políticas o como dirían en el barrio: "Vaya uno", volvería a marcharse. La diferencia es que, está vez fue para siempre...
Nuestro 10 volvía a sus orígenes. Se sumó a los bichitos colorados de La Paternal que por aquel entonces estaban disputando la segunda categoría, la B Nacional. Su argumento fue, el devolverle algo de lo que Argentinos le había enseñado. Muchos hinchas de Boca, iban a ver al Bicho solo por él, por Román. Meses después, todo era fiesta en el Diego Armando Maradona, el equipo volvió a primera división pero se apagaba una luz... El 10, anunciaba su retiro. "No murió nadie, pero el fútbol argentino esta de luto. Se retiró Riquelme", sentenció Horacio Pagani.
Si me preguntan que fue lo único que le faltó a Román, te digo sin dudar que un último partido con la azul y oro, en La Bombonera. Retirarse en el patio de su casa y con la ovación de sus fieles, esos que lo acompañaron a lo largo de tantos años, partidos, alegrías y tristezas, los que fueron testigos de su Romance con la pelota, quienes hicieron de ese romance uno propio, esos que se enamoraron de su fútbol, que lo van a amar hasta que mueran y piensan ponerle Román a sus hijos el día de mañana.
Pasan los años y no vemos un jugador igual, ni parecido. El puesto de enganche se ha perdido, son una rara especie en peligro de extinción en el fútbol Mundial. No hay quien pueda hacer lo que hacía nuestro enganche y es por eso que digo que Juan Román Riquelme fue el último 10. Por último, hago un pedido: "Por el bien del fútbol argentino, ojalá haya otro Román. O un 25%, al menos...".
Carla López